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Asamblea Nacional Popular, China, Deng Xiaoping, Euskadi, Jiang Zemin, Mao, Partido Comunista Chino, Peter Franssen, Revolución Cultural, Wen Juabao, Wu Bangguo
Por si quedara alguna duda, el presidente de la Asamblea Popular Nacional, Wu Bangguo, ha dejado claro estos días que “China se mantendrá inquebrantablemente en la vía socialista de desarrollo político con características chinas” y que el país no instaurará “un sistema multipartidista en el que los partidos detenten el poder de manera alternativa” en el que “los poderes ejecutivo, legislativo y judicial” estén separados. Esto confirma que el sistema chino seguirá apegado a sus principios conocidos: la vía socialista hacia el comunismo, el monopolio del PCCh, la dictadura del proletariado, y la fidelidad al marxismo-leninismo y a las teorías de Mao, Deng y Jiang.
1. En el marco de la celebración de la sesión de la Asamblea Popular Nacional correspondiente a este año (en la última sesión de su IX legislatura), el primer ministro chino Wen Jiabao ha advertido que los nuevos problemas que han surgido en la sociedad china exigen una reforma política que evite que se reproduzca “una tragedia histórica como la Revolución Cultural”.
Esta declaración del primer ministro ha impresionado y ha tenido amplia repercusión en los medios occidentales. No en balde estamos hablando de una potencia que en los últimos años ha ganado enorme influencia en la política y las finanzas mundiales.
En Euskadi, existe también un vivo interés por seguir de cerca la evolución política china. Hay que tener en cuenta que algunas de nuestras empresas ya han realizado allí importantes inversiones. Y que, además, China es el país que más interés genera hoy mismo entre los empresarios vascos que apuestan por la internacionalización.
2. Hay dificultades para interpretar el sentido de las manifestaciones de Wen. Mientras la APN ha considerado reforzar la ‘seguridad nacional’ legalizando la desaparición forzosa de críticos del régimen, algunos analistas entrevén que Wen estaría posicionándose a favor de la libertad de prensa y del fin de los abusos de poder, en un giro que, si se llevara a la práctica, creen que llevaría a una apertura liberal del régimen.
En su informe a la Asamblea, sin embargo, Wen se ratificó en la línea de Deng Xiaoping (el socialismo con características chinas) y, precisamente, en el pensamiento de la Triple Representatividad de Jiang Zemin, que salvaguarda el dominio económico, cultural y político del Partido Comunista Chino. Bajo el socialismo, subsiste la lucha de clases y el dominio que se ejerce sobre el enemigo de clase busca someterlo o aniquilarlo. Ahí no se concibe apertura alguna.
3. De acuerdo con la visión de Deng, el socialismo con características chinas es un socialismo en fase preliminar cuyo avance depende del desarrollo de la contradicción principal que da cuenta de la realidad china, en la que el atraso productivo impide satisfacer las grandes carencias sociales existentes. Para progresar en la resolución de dicha contradicción principal, los comunistas chinos han recurrido a la intervención de inversores capitalistas que participan en la economía china en el marco de una forma moderna de alianza o ‘frente unido’ entre la economía estatal y el capital privado, y que se extiende a cada empresa, bajo la férrea dirección y el control del PCCh y el Estado chino.
Siguiendo a Mao, la contradicción de clase subyacente no sería tenida como “una contradicción entre nosotros y el enemigo” si la burguesía inversora acepta “nuestra política de unidad, crítica y educación”; o sea, si los capitalistas aceptan trabajar al servicio del socialismo y bajo las directrices del partido, el conflicto entre ambas clases en el ámbito nacional chino no sería antagónico.
Con el ‘frente unido’ de los inversores se espera sacar a China del subdesarrollo. Las inversiones extranjeras se eligen de manera selectiva, enfocándolas hacia la agricultura, la renovación de sectores industriales obsoletos y la tecnología punta. El acceso al mercado chino acarrea la contrapartida del traspaso de tecnología. Peter Franssen aporta ejemplos gráficos de esta pauta: Airbus, Alstom, Siemens, Bombardier…
Los comunistas chinos (Wen Jiabao) creen que los problemas relacionados con la desigualdad, con la corrupción y con el burocratismo de un partido separado de las masas son un efecto colateral de la intervención capitalista en la apuesta por el desarrollo. Los enfrentamientos sociales en el seno de la empresa son inevitables. La necesidad de empresarios, tecnología y riqueza no neutraliza la lucha de clases. Ésta, aunque sea sin su carácter antagónico, persiste y tiene consecuencias directas en el seno del PCCh y del sistema político.
4. El ‘frente unido’ manifiesta su naturaleza dialéctica: es causa de unidad y, a la vez, de división. Los problemas provienen de las visiones unilaterales. De quienes creen que mientras la economía progrese y se cumplan los objetivos, debe prevalecer la unidad con el capital, aunque sea al precio de mantener a raya las demandas de lucha social. O de los que sostienen que China debe abandonar el desarrollismo para centrarse en el antagonismo anticapitalista, de modo que las masas expulsen a los capitalistas y sean las que controlen de manera directa el proceso productivo de las empresas.
El debate recuerda a la Gran Polémica filosófica (el ‘dos se combinan en uno’ frente al ‘uno se divide en dos’) que precedió a la Revolución Cultural china. Frente a los creen que es uno de los factores, sea la ‘unidad’ o la ‘división’, lo que determina el sentido correcto del rumbo socialista de la política china, el materialismo dialéctico aboga por el desarrollo combinado de ambos, del uno y del dos.
5. Wen jiabao ha dicho que “sin el éxito de la reforma política, no es posible llevar a cabo reformas económicas”. En su informe a la Asamblea, Wen es consciente de “las contradicciones a largo plazo [que enfrentan al proletariado con el capital] se entrelazan con problemas a corto plazo [relacionados con las exigencias del frente unido]”, “que los factores estructurales y cíclicos interactúan” y “los problemas nacionales e internacionales se interrelacionan [el desarrollo chino frena al ‘unilateralismo’ norteamericano]”, situación compleja a la que debe enfrentarse el “macrocontrol” que ejercen el Estado chino y el PCCh.
Lo que se viene a significar que sin reactivar la lucha contra las expresiones capitalistas (enemigo estructural y a largo plazo, pero aliado cíclico) que están creando desigualdades sociales y corrupción y están separando a las masas de un partido burocratizado, fracasará el ‘frente unido’, se interrumpirá el desarrollo económico y será imposible la redistribución de la riqueza. Wen ha dado cuenta a la Asamblea de las “vehementes quejas de las masas” en lo referente a temas sociales diversos que incluyen expropiación de tierras, demolición de viviendas, seguridad alimentaria y farmacéutica y distribución de renta. El recuerdo de la Revolución Cultural del primer ministro remite, con la imagen de la tragedia, a la lección histórica que enseña que el PCCh debe tener sumo cuidado en no perder capacidad de dirigir a las masas.
6. La advertencia de Wen es perfectamente coherente con el desarrollo simultáneo y combinado de la unidad y la división. De acuerdo con el lema de Mao, hay que andar a dos patas. Los dirigentes chinos insisten en que el capital, la tecnología y el crecimiento son necesarios en esta etapa primaria del socialismo. Pero, continuar con el frente unido con los capitalistas (sean o no extranjeros) no puede obstruir la acción de las masas en el desarrollo de las luchas sociales, ni puede impedir el macrocontrol del Estado en su papel de regulador supremo ni el microcontrol del partido comunista en las propias empresas.
En consecuencia, de llevarse a la práctica el consejo de Wen, más que apertura liberal y pluralismo político, cabría esperarse un refuerzo del influjo de las masas y la ampliación del dominio del Estado y del control del PCCh.
Por si quedara alguna duda, el presidente de la Asamblea Popular Nacional, Wu Bangguo, ha dejado claro estos días que “China se mantendrá inquebrantablemente en la vía socialista de desarrollo político con características chinas” y que el país no instaurará “un sistema multipartidista en el que los partidos detenten el poder de manera alternativa” en el que “los poderes ejecutivo, legislativo y judicial” estén separados. Esto confirma que el sistema chino seguirá apegado a sus principios conocidos: la vía socialista hacia el comunismo, el monopolio del PCCh, la dictadura del proletariado, y la fidelidad al marxismo-leninismo y a las teorías de Mao, Deng y Jiang.
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